jueves, 16 de julio de 2020

No lo llames amor, no lo llames teatro

Ir a Almagro en verano a disfrutar , aunque sea un día del festival de Almagro, me da la vida. No lo llames amor, llámalo adicción si quieres. Es como si acudiera allí medio adormecida por el canto de las sirenas, como si el flautista hiciera sonar su melodía y yo como una zombi me plantara en Almagro y allí se produjera el milagro. No lo llames amor, o sí, no lo sé , llamalo como quieras. Porque es llegar y pasear por sus calles de piedras irregulares hacia la plaza y se me cambia la cara, lo noto yo , así que imagino que lo notarán todos. No sé lo que me pasa. No se si es Begoña, que más que una persona es un hada madrina que te va concediendo todos tus deseos en el municipio , no se si es Joaquín, porque esté o no en el pueblo su voz resuena en cada rincón , en cada butaca. No sé si es la expectativa de encontrarme con Marta, que es capaz de transmitirte una fuerza hercúlea o doblegarte con una ternura infinita...No sé si es Nieves con esa forma que tiene de hacerme sentir cuidada, como una niña a la que su madre arropa antes de acostarse... No sé si es el Marqués, con esa sonrisa eterna con la que te recibe en su bar, que no sabes si pedirle un vino o pedirle simplemente que no deje mirarte. No sé lo que es , no lo llames amor, no lo llames teatro...porque está claro que para mí Almagro es teatro, pero no es solo teatro. Todos esos sentimientos han vuelto este año y eso que para mi Almagro ya no volverá a ser el mismo. Al margen de las mascarillas y de las distancias, al margen de la limitación de aforo y del miedo , al margen de lo que está suponiendo para nuestras vidas este virus, se han marchado dos hombres que para mí eran puro festival de Almagro. Se marchó Javier, Javier Marchante. Sin él el mes de julio no volverá ser el mismo. Siempre decíamos que el festival no empezaba hasta que no veías a Javier en la plaza. Javier fue el culpable de meterme el gusanillo del teatro clásico en el cuerpo y yo nunca podré entender Almagro sin él. Este martes cuando me senté delante del Corral de Comedias me parecía ver su sonrisa pícara al fondo, disperso, como no dándose cuenta de nada y pendiente de todo al tiempo. Sin ti no será lo mismo. Y se marchó Domingo, al que todos conocían y muchos no sabían ni como se llamaba. Si,el Gordo, Domingo era el rey de la Plaza. No has estado en Almagro si no te sientas en el bar de El Gordo y te pides una caña y una merluza rebozada. Ni la plaza, ni el festival ni Almagro serán lo mismo sin Domingo. Almagro este año me da la vida, como siempre, me deja también importantes vacíos. Ha sido una vuelta extraña a Almagro este año. Una vuelta marcada por las distancias. Por los abrazos que quieres dar y no puedes. Ay Begoña, con las ganas que tengo de achucharte!Una vuelta marcada por las distancias entre asientos en el teatro, que te impiden "cuchichear" convenientemente lo que piensas de la obra, una vuelta marcada por la distancia en los bares, una vuelta marcada por el hidroalcohol en los desayunos, por las mascarillas en todos lados... Una vuelta que también ha marcado el primer estreno "En un reino extraño". Una experiencia escénica sin duda impactante en la que la "joven" ha demostrado el gran talento de sus actrices y actores. Una experiencia post-confinamientos y quizá , ojalá que no, pre nuevo confinamiento. Una experiencia escénica impactante sí, teatro no. No lo llames teatro. Lo de la joven de este año en el Adolfo Marsillach es otra cosa. Brillante sí, teatro no. Son los nuevos tiempos , la nueva normalidad ¿el nuevo Almagro? Creo que no, que Almagro permanecerá de alguna u otra manera inalterable, al menos para mi seguirá siendo ese oasis en el desierto manchego del verano. No lo llames amor, no lo llames teatro...Llámalo simplemente Almagro. Almagro que a pesar, como diría un antiguo amigo mío de "rencillas de despachos" sigue dándome la vida. A titulo personal, claro

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